Erik Arellana Bautista, ha dedicado gran parte de su vida a la literatura, especialmente a la poesia, pero la búsqueda en expresar sus pensamientos e ideas no se quedan allí, por eso ha recurrido a la fotografía para narrar esta historia que lleva por título «Desarraigo».
Un trabajo que nace de su vivencia como exiliado en Alemania, lugar al que llegó para salvaguardar su vida y la de su familia. Hijo de Nydia Érika Bautista, militante de la guerrilla del M-19, desaparecida y asesinada por agentes del estado colombiano el 30 de agosto de 1987.
Erik, ha comprometido su vida en la defensa de los derechos humanos, en la búsqueda de verdad y justicia, ese compromiso se expresa en sus poemas y en esta ocasión en este trabajo fotografico en el que ha estado inmerso durante cuatro años.
«Tenemos como desterrados una nueva posición frente a la sociedad de acogida, frente al país, frente al mundo. Estamos en un lugar al que muchos quisieran llegar. Alemania es el sueño europeo para los refugiados de muchos países en guerra, pero que significa eso para un colombiano, un latinoamericano».
Compartimos con ustedes las palabras de Erik Arellana sobre su trabajo.
¿Qué es Desarraigo?
Es el desprendimiento forzado de un ser vivo del lugar al que pertenece, le prosigue un camino incierto y ajeno, en donde siempre será foráneo, no importa cuánto tiempo transcurra, este fenómeno deja huellas profundas en el paisaje y en la mirada.
¿Cómo surge la idea de desarrollar esta serie fotográfica?
La idea surge de la experiencia propia de ir buscando a través de sombras y reflejos algunos referentes de los lugares por donde experimenté el exilio, la migración y el refugio. La imagen fija de los lugares por donde fueron transportados seres humanos que iban directo a campos de concentración o donde en la actualidad llegan cientos y miles de seres humanos en busca de refugio procedentes de diferentes orígenes. Este paralelismo me llevó en busca de personajes que sobreviven a las consecuencias de múltiples conflictos bélicos. Busco reflejar Humanidad tras el peso de los acontecimientos.
¿Durante cuánto tiempo ha estado desarrollando la serie «Desarraigos»?
La serie la empecé a concebir hace 4 años y nació en una estación de tren. Leí que durante el nazismo fueron deportados miles de seres a campos de concentración distribuidos en Europa mientras en las noticias se hablaba de la “crisis de refugiados”. Eso me motivo a encontrar paralelismos para a través de la imagen que congela el tiempo como lo es la fotografía cuestionar que tanto hemos evolucionado.
La poesía ha sido otra ventana para expresar su sentido de vida, ¿por qué en este trabajo prefiere la fotografía? ¿Deja de lado la poesía?
La poesía es mi vida, no puedo dejarla en ella encuentro el sentido de mi existencia. Para este trabajo recurrí a la fotografía como un lenguaje que me posibilita y me permite desde otra perspectiva dejar una huella de lo que he sido testigo – el acontecimiento- y que merece ser contado. Finalmente, la fotografía es un lenguaje universal y cuando se es extranjero o migrante el lenguaje verbal no es tan preciso y efectivo como la imagen.
¿La forma de ver del fotógrafo cambia cuando se llega a una ciudad o a un país que no es propio?
Si, definitivamente, aún recuerdo como veía a Europa durante mi primer exilio, cómo veía sus ciudades y sus habitantes, la misma tonalidad de la luz, los horarios de la luz y sus mutaciones durante las estaciones del año. Como fotógrafo si sentí y experimenté una especie de cambio en la forma de ver.
La obra parece tener un hilo conductor, inicia con fotografías de espacios en blanco y negro y posteriormente son imágenes a color con más personas en ellas ¿Cuál es la intención detrás de estos cambios?
El paso del blanco y negro al color es una metáfora del paso mismo del tiempo. Es una misma realidad en la que cambia es quien la percibe y en sus protagonistas.
Algunas de las fotografías transmiten la sensación de soledad, no hay personas en ellas, ¿es una forma de expresión del sentimiento viviendo fuera?
Es precisamente eso, no hay nadie con quien conversar, con quien dialogar, a quién pedirle orientación. Ese sentimiento de soledad es el que más fuerza tiene cuando se experimenta el desarraigo. Es la ausencia de interlocutores, de amigos, de conocidos la que va más allá del paisaje la que obliga al silencio.
En las fotografías a color de la serie la mayoría de personas que protagonizan la imagen están en la calle manifestándose ¿Cómo se relacionan estas acciones con el «desarraigo»?
Esas manifestaciones son de personas que cuestionan las condiciones que se imponen a los refugiados, a los extranjeros, en ella se ven letreros como Ninguna persona es ilegal, pues los migrantes y refugiados que no obtienen un permiso de residencia oficial son considerados Ilegales. Otras cuestionan las causas que les han obligado a abandonar sus países por las guerras en las que los gobiernos de países europeos son co-responsables por vender armamento a esos gobiernos que participan en conflictos bélicos. El desarrraigo de estas personas se expresa en las multitudes que coinciden en la reivindicación de causas justas como el derecho al refugio.
¿Por qué «Desarraigos» deja de lado los espacios privados y privilegia las fotografías de y en espacios públicos?
El espacio público es el lugar de encuentro, de tránsito y donde circulan las personas para habitar con otros seres, a una casa que representa la esfera privada e íntima de las personas se le puede negar el acceso a alguien, en la calle debería ser al contrario, pero no lo es. Muchas personas que son solicitantes de refugio tienen la movilidad restringida y no pueden habitar ni ocupar esos lugares, por esta razón es que elegí la calle y los lugares de tránsito para representar mi trabajo.
Al volver a Colombia y ver nuevamente las imágenes ¿Cuál es su sensación? ¿Cambió en algo el significado de este trabajo para usted?
Recuerdo que en el libro de Peter Weiss la estética de la resistencia, en la que dice “Yo también era extranjero en el lugar de donde provengo” y después de tres exilios, regreso a Colombia con la sensación de que internamente hay como lo afirmó García Márquez miles de personas en el exilio interno, lo que aquí llaman desplazamiento forzado, migrantes internos, desarraigados. Veo las imágenes con nostalgia y las traigo como un Souvenir para mostrar una capa de la realidad europea más profunda y dolorosa de lo que reflejan los medios. Algo así como lo que sucede en la escena de la película Los carabineros de Jean Luc Godard, en la que la experiencia se ve representada en el cúmulo de imágenes que se comparten y se conservan.
¿Cree que es una serie acabada o seguirá trabajando con «Desarraigos»?
Si, en los pocos meses desde que he regresado a Colombia he podido observar como estando dentro de estas fronteras se vive ese desarraigo y creo que seguiré alimentando la serie.
¿Quieres compartir uno de tus trabajos en Fotógrafo No Fotógrafo? Escríbenos a fotografonofotografo@gmail.com